Piensas en lo mucho que quieres y lo poco que tienes.
En eso de huir en algún coche rumbo lejos de cualquiera y a lo más que llegas es a perderte entre petas mal hechos dentro de esas cuatro paredes.
Piensas que quieres más de lo que te quieren.
Que creen saberlo todo de ti y en realidad NADIE te conoce bien.
Que a lo mejor no todo es tan difícil como crees, que no te dejas llevar lo suficiente.
Piensas en el frío que te cala los huesos y te desanima, por eso tú solo sigues queriendo huir...
Que tienes a cinco personas que dan la vida por tí y no lo valoras, tú sigues pensando que el que quieres que de la suya por tí, nunca la dará.
Te echas a perder y no sabes pararlo. Te consume la vida y tu no haces nada.
No encuentras ni cuatro razones ni un plan que lo cambie todo.
Quieres saltar al rin y comerte todos los asaltos de golpe si se trata de él. Sabes que no serviría de nada.
Piensas en las veces que hiciste lo que los demás querían y no lo que tu querías.
Tu indecisión, tu ruina.
Piensa también en eso de que -si quieres, puedes- y de que -menos es más- y no al revés.
Deja de lamentarte y de pensar tanto, sonrie y dales a todos las miles de razones y los cientos de planes que esperan de ti.
Quedan setecientos días para poder empezar tu vida de cero, pero aquí en esta pequeña cuidad tienes tu vida ahora.
Y te quedan planes que acabar.
Y te quedan planes que acabar.