El tiempo nunca había pasado tan despacio.
Es una ciudad que se le ha quedado pequeña.
Son los viernes en ese bar que hace esquina junto al río, con seis caras y miles de historias compartidas entre ronda y ronda.
Cigarros y al portal de al lado.
Se sientan y se imaginan allí mismo dentro de dos años, estudios, universidad, sueños, esa calle y una que se queja.
Saben que es difícil volar y más difícil soñar pero nadie les para.
Ojos que brillan y sonrisas enormes, el mundo gira en su contra pero no les preocupa se tienen entre ellas.
Idealistas puras.
Y mientras todas rien una de ellas aguanta las ganas de llorar, de salir corriendo y coger el primer tren que salga de la estación.
Sabe que ese es su sitio pero busca más, busca cambiar, busca unas manos conocidas aunque sabe que no las encontraría porque ya no están en su camino.
Por eso decide seguir ahí, en ese portal otro viernes más de madrugada, seguir riendo con ellas y pensando que la respuesta no es la huida.
Su sonrisa le susurra que ya tiene casi diecisiete y que nunca un silencio había significado tanto.
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domingo, 18 de noviembre de 2012
miércoles, 7 de noviembre de 2012
Y mientras tengas a tu lado personas que te quieren, lo demás da igual.
Que donde caben cuatro, caben cinco y de como con diez años llegaría una más.
Como pueden pasar quince años y que parezcan un parpadeo solo porque estén aquí.
La suerte de tener cinco ejemplos a seguir.
Compartieron hasta pañales, aprendieron a leer, a escribir y a sumar con las regletas, para así poder comprobar que uno más cinco son seis.
De las tardes en el puente y de ver como se iban haciendo mayores.
Tacones que llegan antes de tiempo.
Pasaron de ser niñas a comerse cada sábado la cuidad aunque fuera a las siete de la tarde.
Llegarían los primeros amores en los que creían perder la cabeza, los besos robados en discotecas de verano, el primer concierto, la primera botella de Martini junto al río, el maletero de un coche y las primeras veces, las huidas a su rincón favorito de Madrid y el ver como las robaron sin permiso sus recuerdos en una sala de ordenadores.
Esta ella, la de la risa fácil y la sonrisa difícil, a su lado la que hace falta más de una vida para conocer pero menos de dos y junto a ella esta la que le gano la batalla al invierno y se dio cuenta que no era para tanto.
Faltan tres. La que tiene un corazón demasiado grande para una ciudad tan pequeña, la sigue la de los ojos verdes por la que caerás rendido en el primer asalto. Y por último ella, la que con una mirada hipnotiza y con dos enamora.
Ellas tienen mil historias prohibidas y secretos de seis guardados en algún tema común.
Nadie podrá entenderlas jamas, ni ellas mismas se entienden pero solo les basta una mirada para saber que son seis, que son amigas y que se quieren. Que esto es de A a A y que las superhermanas no son si una no esta.
Como una letra y un número les ha podido enseñar el significado de una palabra tan grande.
domingo, 4 de noviembre de 2012
Nos volveremos a encontrar.
Todavía no sé que cara pones cuando te enfadas o cuando pierdes al poker. Tampoco sé cuanto echas de menos tu cama en este año.
No tengo ni idea de si prefieres los pares o los impares o si bajas más las escaleras de T o de N. Pese a todo aún no he descubierto que canción escuchas cuando te dejas llevar, ni que es lo que pasa por tu cabeza cuando después de muchas copas acabas por ser completamente tú.
Todavía no sé los decibelios de tu risa. Ni como bailas, ni como corres cuando estás a punto de perder o encontrar algo.
No conozco el tacto exacto de tus manos, ni tu cara al despertar. Tampoco he visto como te pesan los ojos cuando estás al borde de abandonarte a los sueños. Ni tu pelo despeinado, ni tu nariz arrugada, ni como encoges los pies si sientes frío.
Tampoco sé si prefieres el lado derecho del sofá o si tendríamos que pelearnos a cosquillas por el izquierdo. No sé si alguna vez perdiste un tren, un avión o simplemente las llaves de casa. Tampoco sé por qué criterio ordenas o desordenas tu armario.
Aún no te he visto asomarte a una ventana y hacer bonita cualquier calle, ni retar a alguien. No sé como reaccionarías a mis manías tontas. Ni a mis tropezones, miradas homicidas o carcajadas sin sentido.
Ni cual es tu cerveza favorita, ni que número de píe calzas, ni si eres supersticioso. No te he visto andar en calcetines por casa, ni jugar con tu perro.
Pero sé que tu sonrisa esta haciendo que otras se vuelvan locas por ti en algún bar de la capital mientras yo escribo sobre todo lo que no sé.
No tengo ni idea de si prefieres los pares o los impares o si bajas más las escaleras de T o de N. Pese a todo aún no he descubierto que canción escuchas cuando te dejas llevar, ni que es lo que pasa por tu cabeza cuando después de muchas copas acabas por ser completamente tú.
Todavía no sé los decibelios de tu risa. Ni como bailas, ni como corres cuando estás a punto de perder o encontrar algo.
No conozco el tacto exacto de tus manos, ni tu cara al despertar. Tampoco he visto como te pesan los ojos cuando estás al borde de abandonarte a los sueños. Ni tu pelo despeinado, ni tu nariz arrugada, ni como encoges los pies si sientes frío.
Tampoco sé si prefieres el lado derecho del sofá o si tendríamos que pelearnos a cosquillas por el izquierdo. No sé si alguna vez perdiste un tren, un avión o simplemente las llaves de casa. Tampoco sé por qué criterio ordenas o desordenas tu armario.
Aún no te he visto asomarte a una ventana y hacer bonita cualquier calle, ni retar a alguien. No sé como reaccionarías a mis manías tontas. Ni a mis tropezones, miradas homicidas o carcajadas sin sentido.
Ni cual es tu cerveza favorita, ni que número de píe calzas, ni si eres supersticioso. No te he visto andar en calcetines por casa, ni jugar con tu perro.
Pero sé que tu sonrisa esta haciendo que otras se vuelvan locas por ti en algún bar de la capital mientras yo escribo sobre todo lo que no sé.
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