Y a mi me sigue oliendo a anoche, a sentarte a mi lado, a volver a mirarnos de reojo, a música alta, a mirarte con cara de pocos amigos, que me entendieras y la bajaras, a mirarme y desafiarme, huele a todo eso, huele a ti, a mí, a una nave en la que cada sábado se derraman litros de alcohol, se derriten hielos, se derriten miradas y me derrito yo por ti.
Cuatro paredes, dos sofás, diez sillas, una tele, un viejo equipo de música, una play station y un baño que esconde secretos y besos que están por robar.
Quiero verte cada sábado allí, como siempre, como antes, con tu sonrisa y tu copa en la mano mirándome sin que me de cuenta.
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